El panorama actual de la educación incluye la interacción de aspectos que anteriormente se encontraban aislados o trabajando de manera independiente como la investigación científica y la inclusión social, mediante las cuales se pretende incorporar los métodos investigativos en los ambientes escolares para lograr ciudadanos capacitados en lo que respecta a resolver problemas, cuidar del entorno, tener una convivencia pacífica y atender los asuntos más relevantes del planeta mediante soluciones eficaces.

En este sentido, (Parra, 2011) señala que “La educación inclusiva, constituye un enfoque educativo basado en la valoración de la diversidad, como elemento enriquecedor del proceso de enseñanza aprendizaje y, en consecuencia, favorecedor del desarrollo humano” (p 143) Es decir que más que una necesidad es una forma de crecimiento en el campo educativo y una manera de aceptación hacia la diferencia reconociendo que existen seres humanos con características físicas diferentes o patologías clínicas presentes, sin afectar su inteligencia o psicología y de las cuales se puede extraer conocimiento para enriquecer los procesos y las vivencias en este entorno y en la vida misma.


A su vez, “Habrá que encontrar un equilibrio entre una concepción terapéutica y otra más psicopedagógica, hacer énfasis en temáticas tales como la psicología del desarrollo, psicología del aprendizaje, evaluación del aprendizaje, procesos de investigación, etc.” (Fernández, 2003, pág. 9) De esta manera, se conforman los equipos interdisciplinares en las instituciones educativas y se obtienen docentes mejor capacitados en temáticas educativas y en otras disciplinas adyacentes que se integran a estos procesos como lineamientos de crecimiento social.

Fuente: Propia





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